Con el orgullo por bandera

Hoy celebro, como cada día de los últimos meses, ser quien soy y mostrarlo de una vez. Hace aún muy poco que empecé a usar mi nombre, mi verdadero nombre y mis pronombres en mi día a día, pero nunca me he sentido tan bien conmigo mismo.


Hace unos años ni siquiera sabía quién era, o de qué demonios se trataba esa sensación imperante de no encajar en ningún sitio, ni siquiera en mí mismo. De sentir que por más que buscaba no encontraba una respuesta y los años pasaban siendo feliz con casi todo a mi alrededor, menos conmigo. Porque la eterna pregunta de la adolescencia, el ¿quién soy?, se hace mucho más dura cuando el resto del mundo intenta que no te encuentres. Y aún cuando estás a punto de encontrarte te llega el terror de querer encajar en eso que estás buscando, de encontrar por fin la respuesta, y al mismo tiempo de hacerlo. Quizá eso es lo más duro. El momento en el que tras tanto tiempo perdide te niegas en rotundo a aceptar la verdad. Porque duele, porque te han enseñado que eso está mal, que eres une enferme, viciose, que tus necesidades en realidad son tonterías o una moda de adolescentes. Y esto sólo incrementa si, además de trans, no eres heterosexual.
Pero aquí estoy, habiendo tomado la mejor decisión de mi hasta ahora corta vida y no arrepintiéndome de ella ni por un segundo. A pesar de las confusiones ajenas, de los malentendidos vergonzosos y de las miradas extrañadas o directamente hostiles, de tener que corregir mi nombre o pronombres una y otra vez. Ser libre, o al menos en parte, merece la pena a pesar de todos los problemas que conlleva también. Y es cierto que esa pequeña libertad te da alas. Incluso con el poco tiempo que llevo liberado me he hecho más valiente de lo que jamás creía poder ser, aunque al principio me haya costado admitirlo. He aprendido y estoy aprendiendo a alzar la voz a paso de gigante, porque si hay algo de lo que me di cuenta desde el primer momento al salir del armario es: no te avergüences nunca de lo que eres. No lo escondas. No es nada malo. Es algo de lo que sentir orgullo y fuerza porque tu simple existencia es un acto de rebeldía, y porque nadie debería atreverse a pensar otra cosa.
Por supuesto, no lo podría haber hecho sin el apoyo de tanto nuevas como viejas amistades y profesores, quienes se lo tomaron como lo más normal del mundo y nunca me han incomodado sobre ello. Todo el mundo necesita eso, y sin embargo, cuando lo recibimos, nos sorprendemos y nos podríamos pasar la vida dando las gracias. A mí también me ha pasado. Es triste que estemos tan acostumbrades y esperando un mal trato que cuando nos ven como personas, y no como unicornios rarísimos a los que clavar una curiosa y penetrante mirada, nos quedemos fascinadísimes.
Es triste, también, como no pasa una semana sin que asesinen a algune compañere, especialmente a mujeres trans. Es triste ver cómo las agresiones no cesan ni dentro ni fuera de Internet, que el acoso sigue, que oficialmente seguimos siendo enfermes, que nos da pánico enfrentarnos a nuestra familia. Que hay quien nunca podrá ser comprendide ni aceptade. Pero hoy no quiero hablar de todo lo perdido, sino de lo que queda por ganar. Recordamos, y debemos seguir haciéndolo, a nuestres hermanes asesinades por un Estado que nunca nos dejará ser libres. También hemos recorrido un largo camino y cada una de nuestras vidas es una prueba de superación. Ellas, sobre todo, han conseguido que muches de nosotres sigamos vives.
Siempre está la eterna pregunta del si pudieras elegir, ¿elegirías ser cis? Seguramente cada persona trans pueda tener una respuesta a esto, pero yo propongo otra pregunta: ¿por qué elegir ser precisamente ese alguien que he estado fingiendo tantos años? Aquí es cuando me planto y digo que no, que ser trans no es una maldición ni algo indeseable. Yo soy yo, y yo soy trans, y no podría ser una cosa sin la otra porque forma parte de mi identidad. Una vez leí que, a veces, ser uno mismo es mucho más importante que la seguridad que puede dar encajar en los esquemas del resto.
Recuerda, tu mera existencia es un acto reivindicativo. Estés dentro o fuera del armario, o con un pie fuera y otro dentro, con disforia o sin disforia, binarie o no binarie, alzando la voz o prefiriendo no hacerlo, corrigiendo tus pronombres o no, el sólo acto de seguir viviendo es valentía y es lo que entre todes nos da fuerzas. Nos apoyamos y comprendemos, y creo de verdad que la empatía humana es de las cosas más poderosas de este mundo. Porque, como bien dijo una de mis personas favoritas: «alguien vive hoy por vuestra lucha de ayer». Nunca subestiméis eso. Vamos a seguir luchando. Vamos a seguir siendo valientes.
Vamos a seguir salvando vidas, y con orgullo, porque cada vida es una victoria.

Publicado por Ángel (@zanderskyward), activista GODI alicantino transmasculino y queer.

Deja un comentario